La tienda más emblemática de Zamora acaba de cumplir cien
años. “El Sayagués”, reconocida por su autenticidad y carácter pintoresco, se
ha consolidado como un referente en la capital. Bajo su rótulo, que anuncia el
vínculo con Sayago, se esconde una tradición familiar que ya va por la cuarta
generación.
En este local, considerado uno de los más singulares y
representativos de Zamora, se conserva un variado muestrario de tradición:
desde herramientas agrícolas y cestos trenzados en paja, hasta piezas de cuero,
cencerros, calzado típico y otros objetos artesanales.
La historia reciente del comercio se remonta a 1950, cuando Baltasar Miano, natural de Torregamones, se hizo cargo del negocio tras su primer propietario. Años más tarde, en 1997, tomó el relevo su hijo Manuel, quien lo mantuvo abierto hasta 2024. Hoy es su hija, María, quien continúa la saga familiar.
Situada en el recorrido que une la Puerta de la Feria con
la Plaza Mayor, la tienda llama la atención tanto a vecinos como a visitantes.
Su fachada parece detenida en el tiempo y remite a épocas en las que
agricultores de Aliste y Sayago acudían a la capital para abastecerse de
herramientas de trabajo. Al asomarse a sus escaparates, uno se encuentra con un
variado repertorio de objetos tradicionales: cencerros, cayadas, cestos de
paja, cholas, cinturones de cuero, fuelles, cinchos para elaborar queso, además
de juguetes de madera, botas de vino o navajas.
“El Sayagués” sigue siendo proveedor de cencerros y
esquilas para los grupos de mascaradas de invierno como los zangarrones y
tafarrones de Abejera, Sanzoles y Villarino de los Aires. Muchos turistas se
detienen a curiosear en su interior, atraídos por el encanto de lo auténtico, y
aunque no siempre compren, rara vez se marchan sin preguntar por la historia
del lugar.
Más que un comercio, el establecimiento funciona como un
pequeño museo vivo de la cultura rural. Lo que en los museos etnográficos se
contempla tras vitrinas, aquí se puede tocar y, en muchos casos, adquirir. Los
martes de mercado y las ferias mensuales evocan aquellas jornadas en las que
los abuelos se desplazaban a la ciudad para adquirir herramientas
indispensables para sus faenas agrícolas.
Con la mecanización del campo, gran parte de estos útiles quedaron en desuso, lo que supuso un duro golpe para los negocios tradicionales. Sin embargo, tiendas como “El Sayagués” resisten, convertidas en testimonio de una forma de vida que se resiste a desaparecer.