Un viaje de 600 kilómetros que parte desde el kilómetro
cero en la Puerta del Sol, en Madrid, hasta llegar a la milenaria Torre de
Hércules, en A Coruña, puede parecer solo una travesía por carretera. Pero
recorrer la antigua N-VI es mucho más que eso: es un viaje por la historia, la
diversidad cultural y paisajística de España. Esta vía, a menudo comparada con
la mítica Ruta 66 estadounidense, se ha ganado el apodo de "la Ruta 66
española", y hoy vive un nuevo impulso gracias a una original propuesta
turística que invita a redescubrirla con calma... y con pasaporte en mano.
La iniciativa parte de la startup gallega Ruta N-VI, que
propone una experiencia gamificada a través de un pasaporte turístico que los
viajeros pueden ir sellando en diferentes puntos del recorrido. “Desde junio
contamos con esta herramienta lúdica que permite sellar al menos cinco paradas
entre las más de veinte disponibles en los 600 kilómetros que conectan Madrid
con A Coruña”, explica Xosé Ramón Nóvoa, periodista, sociólogo y uno de los
impulsores del proyecto. Según cuenta, el interés ha ido creciendo durante el
verano y ya se ha disparado la demanda para hacer la ruta completa.
Una
idea nacida en la "Mother Road"
La semilla de este proyecto fue plantada hace seis años,
cuando Xosé viajó por la famosa Ruta 66 en Estados Unidos. Allí se dio cuenta
de la capacidad que tienen los estadounidenses para poner en valor hasta los
elementos más modestos de sus rutas. “Allí una gasolinera abandonada puede ser
un atractivo turístico; aquí, en cambio, aún tendemos a verlo como algo feo o
sin valor”, comenta. Esta reflexión fue el punto de partida para imaginar algo
similar en España.
La inspiración se reforzó con el éxito de la Rota N2 en
Portugal y con la oportunidad de presentar el proyecto en Turislab, la
aceleradora de iniciativas turísticas impulsada por la Xunta de Galicia. En
2021, tras un proceso competitivo entre más de 80 propuestas, Ruta N-VI fue
seleccionada y comenzó a operar oficialmente en diciembre de ese año.
Pero, ¿por qué centrarse en la N-VI? Para el equipo
promotor, la respuesta es sencilla: es la carretera que conocen, la que conecta
con su tierra. “Durante años hicimos ese trayecto una y otra vez, siempre por
la A-6. Hasta que decidimos redescubrir la vieja radial, sin prisa, y fue una
revelación”, asegura Xosé. El recorrido es sorprendente en su variedad:
comienza en la gran ciudad, atraviesa puertos de montaña, vastas llanuras casi
desérticas, el paisaje rojizo del Bierzo y finalmente la exuberancia verde de
Galicia, antes de llegar al Atlántico. “No se le puede pedir más a una ruta de
apenas 600 kilómetros”.
El
pasaporte, la bici o una Vespa del 58
Cualquiera puede recorrer la N-VI a su ritmo: en coche,
en moto, en bicicleta o en autocaravana. La startup ofrece opciones tanto para
viajeros independientes como para quienes prefieren un recorrido organizado y
personalizado. A cada uno se le entrega un Welcome Pack con mapa, guía en PDF,
pasaporte y otros materiales adaptados al tipo de viaje.
Entre las aventuras más singulares de este verano,
destacan la de un ciclista que planea cubrir la ruta en solo dos días sin
parar, y la de un viajero que recorrerá el trayecto completo en una Vespa
clásica de los años 50. “Es una forma diferente de vivir la carretera, de conectar
con la historia y con uno mismo”, afirma Xosé.
Los sellos que se recogen en cada parada abren la puerta a descubrir rincones olvidados, joyas gastronómicas, paisajes inesperados y espacios patrimoniales de gran valor. Además, se han incorporado propuestas originales como visitas a pueblos abandonados, cementerios de coches o antiguos puestos de la Cruz Roja, ahora convertidos en centros de interpretación de la carretera.