Gota
La gota es un síndrome
causado por el depósito de cristales de monourato sódico en diversas partes del
organismo, habitualmente articulaciones. Se suele presentar como monoartritis
inflamatoria, principalmente de la articulación metatarsofalángica del 1º dedo
del pie (el “dedo gordo”), o del tobillo y rodilla, aunque también puede dar
lugar a otros cuadros clínicos.
Se asocia a aumento de ácido
úrico o hiperuricemia, sin embargo, hasta un 40 % de pacientes presentan niveles
de acido úrico en sangre normales en el momento de padecer algún episodio
sintomático de la enfermedad. A la hora de establecer el tratamiento, hay que
tener en cuenta que hay que actuar sobre dos aspectos: el dolor articular y el
aumento del ácido úrico.
El ataque agudo de gota no
suele durar más de 7-10 días, pero debido a la intensidad del dolor, siempre
requiere tratamiento. Para ello podemos usar antiinflamatorios no esteroideos
(AINEs) o colchicina durante 1 o 2 semanas. El
empleo de estos fármacos, el reposo y la descarga de la articulación, y
la aplicación de frío local suele ser suficiente. Si no lo es, pueden
usarse en segunda línea los corticoides.
El tratamiento de la
hiperuricemia no está muy claro, y el objetivo tampoco es mantener los niveles
por debajo de los límites normales (<7.0 mg/dL). Referente a la
hiperuricemia asintomática, parece existir consenso en que no es necesario un
tratamiento farmacológico, a no ser que existan niveles muy elevados.
Si los niveles de acido úrico se mantienen muy elevados, a largo plazo pueden dar lugar a un cuadro de gota crónica, que se caracteriza clínicamente por dolor poliarticular persistente de leve a moderado, con inflamación de algunas articulaciones, y se acompaña de destrucción de tejido articular y óseo. En estos casos se debe utilizar tratamiento específico para reducir el ácido úrico.