Provincia
de Salamanca
Etapa 34: Villarino de
los Aires – Pereña de la Ribera
Por
la rivera del Arroyo de los Cabrones
El Camino Natural une las localidades de Villarino de los
Aires y Pereña de la Ribera en un corto recorrido de inesperada belleza. El
tramo inicial discurre por una zona de huertas, olivos y vides. Después, el
Arroyo de los Cabrones se convierte en el hilo conductor de la etapa que
franquea un bosque de influencia cantábrica, atípico en toda la comarca.
Itinerario
Villarino de los Aires – Pereña de la Ribera
Recorrido
De Villarino de los Aires a Pereña de la Ribera | 6,5 Km.
– 1 h. 30 min.
Villarino de los Aires es conocido como la puerta
de La Ribera, la comarca situada más al noroeste de la provincia de
Salamanca. El pueblo está colgado sobre los Arribes del Duero: Un desnivel de
trescientos metros separa las aguas del río de las casas de la localidad. Su
privilegiada situación permite al viajero disfrutar de una excelente panorámica
sobre los arribes salmantinos. En las proximidades de Villarino de los Aires se
encuentra el mirador del Balcón de Pilatos, en el Teso de San Cristóbal, donde
también se han hallado vestigios de poblados prerromanos. Desde él se divisan
las tierras portuguesas de Bemposta, las zamoranas de Fermoselle y la
desembocadura del Río Tormes en el Duero en el paraje de Ambasaguas. La Peña de
la Máscara, la Peña Oscilante y la Peña del Pendón son otros tantos miradores
naturales del lugar.
Las
viñas y los olivares
La etapa se inicia en las afueras de Villarino de los
Aires, en el cruce de la carretera DSA-560 con la carretera de acceso a los
poblados de la Rachita y del Soto. Ambos poblados fueron construidos por
Iberduero (hoy Iberdrola) para alojar al personal que construyó la central
hidroeléctrica de Villarino, el embalse de Almendra y la galería que comunica
ambas. Pero, antes de abandonar la población de Villarino de los Aires se
recomienda al viajero pasear por la Calle de Las Flores, visitar la Bodega de
Amable, y acercarse al mirador de La Faya para contemplar la extraordinaria hoz
berroqueña del Río Duero.
El recorrido discurre, entre las huertas, los viñedos y
los olivares, por la carretera que conduce al desagüe de la central
hidroeléctrica de Villarino de los Aires. Ésta está situada a dos kilómetros,
en dirección a Pereña de la Ribera. Su sala de alternadores se encuentra a 437
m. de profundidad, récord mundial en su género. Para acceder a ella hay que
descender 1600 peldaños o utilizar un ascensor.
La carretera vadea el Arroyo de Aguasalbas mientras se
suceden las vistas panorámicas sobre el Duero. En esta zona abundan los
rebollos (Quercus pirenaica) las retamas negras (Cytisus scoparius) y las jaras
pringosas (Cistus ladanifer). Entre esta vegetación se encuentran algunos
cerezos de Santa Lucía (Prunus mahaleb), una rara especie en los Arribes del
Duero que los lugareños llaman montesina.
El
Arroyo de los Cabrones
Al llegar a una cerrada curva, en un paraje donde
aparecen grandes castaños (Castanea sativa), el Camino Natural despide el
asfalto y remonta la margen derecha del Arroyo de los Cabrones por una estrecha
vereda. La vegetación, típica de un clima atlántico, hace sentir al viajero la
sensación de hallarse en un singular bosque impropio de esta comarca.
El sendero discurre, entre rebollos, castaños y álamos
blancos (Populus alba), por el viejo camino que antaño utilizaban los vecinos
de Pereña de la Ribera para acceder al Río Duero y a las fincas situadas en la
ladera. La hiedra se apodera de los troncos de los árboles y las flores se
suceden desde el invierno hasta el otoño: silenes, geranios, botones azules e
hipéricos pueblan este rincón de cuentos donde los helechos y los musgos crecen
entre grandes berrocales. En el otoño, los dorados y los rojos de los árboles
contrastan con el verde intenso de los musgos colmados de agua y con los
llamativos sombreros de las numerosas setas que jalonan la vereda.
Suavemente la Senda del Duero gana altura y abandona el
bosque, dando paso a un terreno aterrazado. El abandono de la actividad
agrícola provoca que las fincas de labor estén siendo colonizadas por el berceo
(Stipa gigantea) y las escobas.
Paredones
y bancales
Durante siglos, los habitantes de los arribes han
modelado continuamente el paisaje transformando los cuestos de los arribanzos,
en los espacios donde los riscos lo permitieron, en terrazas donde cultivar al
tempero del microclima vides y olivos. Y lo hicieron con un ingente esfuerzo,
trayendo tierra y asegurándola para que la erosión y el agua de escorrentía no
se la llevara.
En los Arribes del Duero se distinguen dos tipos de
terrazas: Paredones y bancales. Los paredones abundan al sur del río Huebra y
están levantados con paredes de piedra, a veces de más de tres metros de
altura. En cambio los bancales son de tierra, movida a pico y pala en un
ímprobo trabajo.
Hoy los paredones y los bancales se derrumban en muchos
lugares de la comarca. Antaño los trozos derruidos se arreglaban
inmediatamente, pero en la actualidad esos portillos se van agrandando hasta
llevarse los mejores suelos y todo el esfuerzo secular de sus habitantes hacia
el río.
La
penillanura
Un trecho después, la Senda del Duero cruza el Arroyo de
los Cabrones por un puente de piedra larga y remonta el valle por la margen
izquierda, a la vera del castro de la Ermita de Nuestra Señora del Castillo. En
esta zona los setos colonizan el espacio de zarzamoras (Rubus fruticosus),
majuelos (Crataegus monogyna) y rosales silvestres (Rosa canina) entre quejigos
(Quercus faginea), encinas (Quercus ilex) y otra suerte de árboles y arbustos.
La etapa finaliza entrando en la localidad de Pereña de la Ribera, entre campos de cultivo, por la calle de los Almerganales, nombre con el que los habitantes de la localidad denominan a los granados (Punica granatum).