Traveling Woman






A mi llegada al Hotel Monte Puertatierra, entendí enseguida por qué tantos viajeros lo recomiendan. Situado en un punto estratégico de Cádiz, el establecimiento me permitió moverme con una comodidad poco frecuente: la playa de Santa María, amplia y luminosa, se extiende literalmente frente a la puerta del hotel, mientras que el centro urbano queda a un tranquilo paseo a pie. Esa combinación mar y ciudad sin renuncias fue mi primera gran impresión.

Una vez dentro, descubrí unas instalaciones que responden sin rodeos a cualquier expectativa. El hotel cuenta con un restaurante especializado en cocina local, donde pude probar algunas de las recetas más tradicionales de la zona. La recepción, abierta las 24 horas, me resultó especialmente práctica, sobre todo por su servicio de información turística y la facilidad para dejar el equipaje sin complicaciones.

Las habitaciones, por su parte, destacan por su comodidad. Son estancias modernas, de líneas sencillas, pensadas para ser funcionales y acogedoras a la vez. En la mía encontré una pantalla de TV, aire acondicionado, suelos de madera y un baño privado perfectamente equipado; detalles que, tras un día de caminatas y playa, se agradecen más de lo que uno imagina.

La ubicación del hotel volvió a demostrar su valor cuando quise descubrir algunos de los lugares más emblemáticos de Cádiz. La catedral, la Torre Tavira o la Casa de las Cadenas están a un paso, lo que facilita recorrer la ciudad sin prisas ni necesidad de transporte. Para quienes lleguen en avión, el aeropuerto de Jerez, situado a unos 30 kilómetros, es la referencia más cercana.

En conjunto, mi estancia en el Hotel Monte Puertatierra fue una experiencia que combina confort, buena gastronomía y una localización difícil de mejorar: justo donde Cádiz muestra su mejor cara.