Vilaboa
Limítrofe con A Corveira
En Vilaboa había gatos, paseando por las calles, sus
ojitos asustados entre graffitis que abundan. Toca calmarles el hambre y lento
tranquilizarles, pues ese tren no andará ni el hombre se moverá, y las letras
no amenazan, pues en realidad no dicen nada y su color es falsedad.
Barroquismo hay en sus formas y yo acabo, observando a
los hermanos Gato Pompón que se enamoran, lento pero seguro y sus colas
enroscan y al punto se aman, que si desaparece uno, el otro lo damos por
difunto. Y mira que son queridos esos señoritos gatos, que sufrieron paso a
paso la desdicha de su mundo, tan lejano e inferior, para el vulgar ser humano,
que sólo pinta paredes sin pensar en el hermano. Paredes llenas de color, pero
sin manos que distribuyan caridades al necesitado. Paredes condenadas al
infierno eterno.
Uno negro y uno gris, se fueron al campo un día y más
pudo la enfermedad, que el amor que le tenía, primero me llevaron uno, y
durmiendo se ha quedado y después el otro negro se perdió por estas calles de
dibujos animados, apretados, falsos, desconsiderados, porque no han podido
salvarlos y que juro que no los volveré a ver.
Peregrina Varela


